Ópera Garnier de París: historia, arquitectura y curiosidades imprescindibles

Descubre la Ópera Garnier: símbolo del Segundo Imperio francés. Historia de Napoleón III, Charles Garnier, y su arquitectura ecléctica.

Ópera Garnier: historia, arte y el encanto de su arquitectura

La Ópera Garnier: elegancia e historia a unos pasos de las Galerías Lafayette Paris Haussmann. La Ópera de Garnier, también conocida como el palacio de Garnier o la Ópera de París, es uno de los edificios más emblemáticos de la capital francesa. Ubicado en uno de los distritos más elegantes de París y a unos pasos de Galerías Lafayette, su visita es una parada obligada debido a su majestuosidad y a las misteriosas anécdotas que se esconden tras sus muros. Su belleza y misterio han servido de inspiración a lo largo de los años. De hecho, la famosa novela El fantasma de la ópera se inspiró en ella. 

La Ópera Garnier nació como fruto del plan de renovación que puso en marcha el emperador Napoleón III. Tras sufrir un atentado en la ópera de Rue Le Peletier, en el año 1858, consideró que era necesario construir una nueva que ofreciera más seguridad al público. 

Origen y construcción de la Ópera Garnier

Sin embargo, no sería sino hasta 1861 cuando el emperador convocó un concurso para diseñar un nuevo teatro. Este formaría parte del ambicioso plan de renovación urbana que Napoleón III encargó al barón Haussmann. El objetivo era crear un edificio único capaz de simbolizar la grandeza del Segundo Imperio. 

Contra todo pronóstico, fue el joven arquitecto Charles Garnier, por aquel entonces, prácticamente un desconocido, quien logró alzarse con la victoria. 

La construcción de la Ópera Garnier no fue una tarea sencilla y se alargó en el tiempo. Tuvo que enfrentarse a todo tipo de problemas, desde los estructurales (debido a la poca profundidad de la capa freática donde debían asentarse los cimientos), pasando por problemas presupuestarios, hasta aquellos derivados de los conflictos bélicos, como la guerra franco-prusiana, la caída del Imperio y lo sucedido en la Comuna de París. 

La Ópera de París fue inaugurada el 5 de enero de 1875, tras un primer intento fallido en 1867. El acto inaugural tuvo lugar bajo la Tercera República (para entonces, Napoleón III ya había fallecido) y con el Segundo Imperio relegado al pasado. La ceremonia contó con la presencia del presidente Maréchal Patrice de Mac-Mahon y de célebres personalidades de la época. Charles Garnier estuvo presente en un discreto segundo plano. De hecho, no fue invitado oficialmente a la ceremonia —probablemente porque el nuevo régimen republicano lo asociaba con el anterior poder imperial— y tuvo que comprar él mismo las entradas. 

La inauguración de la ópera fue sobria y tensa, ya que se trataba de una obra iniciada durante el Segundo Imperio pero que vería la luz bajo una república que todavía no sabía cómo lidiar con el legado imperial. 

Si viajas a París, no olvides visitarla. Después, puedes terminar la tarde en las Galerías Lafayette, que se encuentra a unos minutos a pie y posee una de las cúpulas Art Nouveau más bellas de París. Todos los fines de semana, Galeries Lafayette Haussmann te ofrecen una visita guiada, en francés o inglés, de este emblemático lugar. 

Una maravilla arquitectónica

La Ópera Garnier es una maravilla arquitectónica que representa a la perfección el estilo ecléctico propio del Segundo Imperio, con una mezcla sin igual de influencias clásicas, barrocas y renacentistas. Fue concebida como una obra de arte en la que convergen la pintura, la escultura, la arquitectura y la artesanía más refinada. 

Nada más verla, destaca por su fachada de frontones dorados y columnas corintias. En su interior, asombra a los visitantes con un magnífico vestíbulo circular que conduce a una escalera de mármol blanco y verde en forma de doble hélice. También cabe destacar su impresionante salón de los espejos y su biblioteca, convertida hoy en día en museo

Pero, sin duda, la mayor admiración recae sobre la sala principal, con capacidad para 2,000 personas y coronada con una impresionante cúpula. La opulencia de sus acabados está presente en toda la sala: el telón, el mobiliario tallado, los voluminosos candelabros y los detalles dorados, que transportan a los espectadores a la majestuosidad del Segundo Imperio.

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iBueno saberlo!

Después de explorar la fascinante historia de este emblemático lugar, ¿qué mejor que regalarte un merecido descanso? A solo unos minutos a pie, Galerías Lafayette Haussmann te dan la bienvenida a Lafayette Gourmet, un auténtico templo de la gastronomía francesa. Tanto si te apetece un almuerzo refinado, un tentempié rápido o simplemente un café en un entorno elegante, aquí encontrarás todo lo necesario para deleite de tu paladar.

Detrás de la Ópera de Garnier, se esconden increíble anécdotas e historias que encantan tanto a parisinos como a turistas. Estas son, sin duda, algunas de las más interesantes:

El lago subterráneo y los pasadizos secretos

Como ya mencionamos, durante la construcción del edificio, Garnier tuvo que enfrentar problemas estructurales importantes debido a la capa freática de la zona. Como no se podía drenar, fue necesario construir numerosos pasillos y un lago artificial para canalizar el agua y mantener los cimientos a flote. Esta peculiaridad sirvió de inspiración a Gastón Leroux para escribir El fantasma de la ópera en 1909. 

El palco número 5

Si tienes la suerte de visitar la Ópera Garnier, notarás entre la penumbra un lugar que permanece envuelto en el misterio por más de un siglo: el palco número 5. A simple vista, parece un palco más dentro del majestuoso auditorio de la ópera, pero, si te acercas, quizás sientas algo distinto….

Y no es de extrañar, ya que este palco está reservado de forma permanente para un huésped muy especial y esquivo: Erik, el fantasma de la ópera

En la famosa novela de Gaston Leourx, publicada en 1910, Erik, el genio musical desfigurado que habita los pasadizos del teatro, exige a los directores de la ópera que le reserven el palco número 5 en cada función como parte de su pacto de silencio y protección. 

Desde que se publicó el libro, la ópera ha mantenido su promesa, y no solo en la ficción.  Así que, cuando visites la Ópera Garnier y mires hacia ese lugar, puede que tengas la sensación de que el palco está vacío. Pero no te confíes… ¿quién sabe si el fantasma te está observando desde su asiento?

De la doble escalera y el vestíbulo principal al vestíbulo de los abandonados

Si hay una imagen que queda grabada para siempre al visitar la ópera, sin duda es la de la escalera de doble hélice que conduce al interior del teatro. A ambos lados del gran vestíbulo —donde la alta sociedad solía lucir sus mejores galas antes de entrar a la sala principal— se encuentra esta imponente escalera de mármol, que combina el blanco de sus escalones bajos y espaciados (para que las damas pudieran subir con gracia a pesar de sus voluminosos ropajes), con el rojo de las balaustradas y el magnífico mármol verde de Suecia. 

Sin embargo, no es la única entrada. Existe una escalera secundaria, ubicada en uno de los laterales del edificio, mucho menos conocida, pero igual de elegante, que conduce a un lugar con un nombre que bien podría haber salido de una novela: el vestíbulo de los abandonados. 

Era una entrada directa para los espectadores que alquilaban un palco o asiento durante toda la temporada. Gracias a este acceso, podían entrar directamente en la ópera sin necesidad de pasar por el vestíbulo principal. Así, podían dejarse ver en la ópera… pero entrar sin ser vistos. 

Con el paso del tiempo, estas costumbres fueron cambiando y esta entrada quedó en desuso. El personal de la ópera comenzaron a llamarla «le vestibule des abonnés oubliés», es decir, el vestíbulo de los abonados olvidados o, dicho de manera más simple, el vestíbulo de los abandonados

La cúpula Chagall

En el año 1964, André Malraux, el ministro de Cultura de Francia, encargó la decoración de la cúpula de la sala principal al artista Marc Chagall, uno de los pintores más importantes del siglo xx. El objetivo era modernizar la imagen de la ópera y rendir homenaje al arte y la cultura. El resultado fue muy polémico; de hecho, se desató un auténtico escándalo, ya que el diseño colorista y moderno del fresco generó rechazo entre los sectores más tradicionales. 

Sin embargo, hoy en día, esta cúpula es reconocida como una de las mejores integraciones del arte contemporáneo en un edificio histórico.

Visitar la Ópera de París es una experiencia única para quien viaja a la capital francesa. No solo te enamorarás de su maravillosa arquitectura, sino que sus historias y misterios te atraparán para siempre. Para que tu visita sea todo un éxito, debes saber que existen diferentes modalidades de acceso

  • Puedes optar por visitas libres con entrada general, con las que recorrerás los puntos más interesantes de la ópera, como los salones, la gran escalera, la biblioteca-museo e incluso la sala de espectáculos. 
  • Elegir visitas guiadas disponibles en varios idiomas. 
  • O reservar entradas para alguno de sus espectáculos en su sitio web.  

En cualquier caso, no dudes en solicitar información o comprar tus entradas en el punto de información turística de Galerías Lafayette, abierto de lunes a sábado, de 10.00 a 18.00.

Aprovecha la cercanía con las Galerías Lafayette para ir de compras

Si quieres disfrutar de una experiencia parisina completa que combine perfectamente arte y cultura con la mejor moda y gastronomía en un solo recorrido, a tan solo unos pasos de la Ópera Garnier se encuentran las icónicas Galerías Lafayette Haussmann. Aquí convergen las mejores firmas de alta costura y perfumerías exclusivas con la joyería más fina. Y para cerrar tu jornada con broche de oro, nada mejor que tomar un dulce descanso en el salón de té Ladurée, situado en el corazón de las Galeries Lafayette Haussmann. 

La Ópera Garnier y las Galerías Lafayette Haussmann forman un dúo ineludible para saborear el art de vivre parisino.

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